Treinta recien cumplidos

La vida lleva tiempo enviándome señales de diversas formas y, aunque he intentado firmemente ignorarlas, al final no me ha quedado más remedio que rendirme a la evidencia: ya no soy ninguna niña. La prueba irrefutable de ello es que, ¡sorpresa!, acabo de cumplir treinta años.
Ya lo sé, treinta años no es nada (aunque la canción realmente decía veinte). Además, personalmente, jamás los cambiaría por tener diez años menos.
La cuestión es que no sé cómo ha ocurrido. Parece que fue ayer que cumplí veintitrés y de momento me entero que llevo ya tres décadas deambulando por el mundo.
Por eso creo que, como el universo es sabio, te envía "pistas" para que poco a poco te lo vayas planteado. Supongo que lo natural es resistirse al principio para terminar finalmente por asumirlo.

Puedo listar como especialmente reveladoras las siguientes:

1. Donde antes me levantaba siempre con buena cara, ahora el tamaño de las ojeras cambia de manera  inversamente proporcional al número de horas de sueño.
 Antes salía de fiesta una noche tras otra y me levantaba al día siguiente para seguir mi actividad normal (y  estaba hasta guapa). He perdido la cuenta de las veces que he ido a trabajar sin dormir. Ahora, tres copas son motivo de dolores de cabeza y cansancio a la mañana siguiente.

2. Alguna que otra cana (que tú nunca verás)

3. Un niño al pedirme la hora me llamó señora. No sé qué educación les dan a los niños de hoy en día.

4. Digo cosas como "los niños de hoy en día".

5. La dependienta de una perfumería, pintada como una puerta,me dice en toda a cara : " Señora, tenemos en promoción un lote de productos de Biotherm que son específicos para los primeros síntomas del envejecimiento" (¡pero qué hablas, zorra! Si yo sólo iba a por un perfume. ). Aquello no terminó bien.

Una cosa buena de tener treinta años es que has acumulado la maldad necesaria para mirar a aquella terrorista en ciernes, escondida tras una capa de maquillaje de dos centímetros de espesor, y se le caigan las bragas de la impresión. Y eso que no le dije donde podía aplicarse ella el lote de productos antienvejecimiento... ni dónde podía meterse el neceser de regalo.

Y hay muchas más cosas buenas. Has encontrado tu estilo propio, sabes lo que te sienta bien y admites deportivamente lo que no (hay excepciones, claro). Te conoces mejor, sabes decir que no y también que sí llegado el caso. Eres una persona más segura, más capaz y estás en el momento perfecto para hacer lo que quieras. Has tenido tiempo de formarte, eres económicamente independiente, estás aún más guapa que a los veinte... ¡Tienes el mundo a tus pies!

O eso creemos, al menos.

Es por eso que, justo en este momento de mi vida, he decidido compartir mis experiencias y pensamientos, en tono informal y quizá aderezados con un toque de ficción (que los haga más interesantes) con todo aquel que le apetezca leerlos.

No pretendo representar a ningún tipo de mujer ni a ninguna generación en concreto. Todas las verdades o mentiras que cuente representan única y exclusivamente mis sensaciones sobre el momento que me ha tocado vivir.

Y espero sinceramente que lo disfruten.

2 comentarios:

  1. ole ole y ole. Viva las treintañeraaaaaaaaaaaaas!!! asentia en casa frase que iba leyendo jejejje

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